Un triunfo, un derrotado, una posibilidad

Por: Carlos Almenara

20 de julio de 2010

Un triunfo

La madrugada del 15 de julio se aprobó la Ley de Matrimonio igualitario.
No hay que perder de vista la magnitud del logro. Además de un progreso en igualar derechos, quizá lo menos importante sea la ley en sí, mayor impacto tiene como símbolo y expresión política y cultural. Básicamente senadores de diversas fuerzas políticas acordaron un pacto cívico democrático, toda vez que impidieron que se imponga una concepción teocrática de la legitimidad y la sociedad.
Sobre la discusión, las implicancias políticas y culturales de la norma, así como el rol de la Iglesia Católica pueden verse las notas de Cristian Ortega y Marcelo Torrez en El Sol del 15 y 16 de julio.
Es evidente el avance en la igualdad de derechos y el mayor espacio a la autonomía personal que no perjudica a terceros. Este es un punto que hay que tratar: cómo los conservadores establecen distintos estándares para juzgar la libertad individual. Les parece lo más normal que una persona ande armada, situación riesgosa para la sociedad y discriminan por la opción sexual, cuestión que en nada afecta a terceros. Este tema hay que profundizarlo porque el planeta no soporta, materialmente, el pensamiento individualista extremo que no se detiene ante la sociedad, el ambiente ni nada.

Un derrotado

Queremos marcar, sin embargo, cierto relato histórico muy significativo para el país que estuvo en juego estos días. Nos referimos al integrismo católico.
El integrismo católico es un modo de entender la religión de forma fundamentalista, inmutable, esencialista y mesiánico. Apareció como expresión sistemática de pensamiento a fines del siglo XIX y de expandió en el XX. En Argentina tuvo una enorme penetración y de hecho fue la ideología legitimadora de todos los golpes de estado. Como reflejo de sus postulados, recuerda recientemente Horacio Verbitsky, las palabras de Julio Meinvielle: “el poder temporal está al servicio de la Iglesia para los fines de la Iglesia misma”. La Cristiandad (que llama sinónimo pleno de ciudad católica) “es la vida pública sometida a la Iglesia, y el cristianismo apenas su profesión privada”.[1]
Qué sino una actualización de este argumento implica que Bergoglio apele al “plan de Dios”. “No se trata de una simple lucha política; es la pretensión destructiva al plan de Dios. No se trata de un mero proyecto legislativo (éste es sólo el instrumento), sino de una movida del padre de la mentira que pretende confundir y engañar a los hijos de Dios”[2], dice Bergoglio por escrito.
Es decir, hay un plan de Dios al que la autoridad política debe someterse, no importa que los legisladores sean electos democráticamente, hay una legitimidad superior, la de Dios y quién la manifiesta; Bergoglio. Pero perfectamente, Bergoglio puede avanzar en este razonamiento, si el matrimonio igualitario va en contra del plan de Dios es porque en realidad la homosexualidad va en contra del plan de Dios, por qué permitir que convivan con los cristianos quienes atentan contra cristiandad. Por qué aceptarlos si no los queremos en la cristiandad, por qué deberían tener cualquier derecho. Como expresó un antecesor del arzobispo, Antonio Quarracino, hay que meter los gays en un ghetto para limpiar una mancha innoble del rostro de la sociedad.[3]
El integrismo deriva inexorablemente en el exterminio del diferente en una lógica que bien mirada se muerde la cola pues a medida que los parámetros de la “pureza” se tornan más estrictos nadie es, finalmente, un exponente puro en un devenir que se convierte en vigilancia paranoica.
Los argentinos conocemos bien este tipo de argumentos; como dijimos, fundamentaron todos los golpes de estado. ¿Por qué se “justificaron” los golpes? Porque los gobiernos o la sociedad se apartaron del “ser nacional” o de la nacionalidad que es otro nombre del “plan de Dios” que enuncia Bergoglio. Los custodios de la esencia nacional eran las Fuerzas Armadas y la Iglesia Católica, por eso tenían preeminencia a la política y a la Constitución.
Lo que celebramos el bicentenario es el sepelio de esta fuente de autoritarismo y desastre en Argentina.
Los fieles católicos harían bien en reclamar a Bergoglio un paso al costado, toda vez que su ceguera y obstinación política está llevando a la Iglesia a una indignidad difícilmente reparable. Es necesario para convivencia democrática pacífica que la Iglesia no reincida en este anacrónico integrismo.

Una posibilidad

El discurso autoritario no es sólo patrimonio de pastores. Lamentablemente ha dominado el espacio político desde los cortes de ruta de los empresarios agrarios en 2008 cuando el multimedio que concentra el 70% de la comunicación masiva en Argentina decidió utilizar el mismo método integrista de interpretación de la sociedad.[4]
Dirigentes políticos, entre los que destaca por su cinismo canalla Elisa Carrió[5], hicieron propio este lenguaje consistente en la deslegitimación radical de la autoridad constituida en nombre de una supuesta usurpación a un “cuerpo sano”. Claro que esto llevó a un funcionamiento poco democrático de la deliberación pública.
La resistencia popular a la implantación de este discurso junto con una gestión noble y comprometida del gobierno nacional quebraron de un modo que todavía intenta explicar Clarín & Co. la tendencia a un escenario estilo Honduras. Esta gesta merece un reconocimiento y un análisis independiente del presente.
Pero lo cierto es que con algunos debates planteados y también con la discusión del matrimonio igualitario renace la posibilidad de nuevas bases para el debate democrático, alejado de la deslegitimación radical del otro. Por caso merece reconocimiento el discurso del senador Sanz, con quien hemos discrepado en otras cuestiones, pero de quien valoramos haber superado la tentación de usar el tema en clave de horadar al oficialismo. El senador Sanz denunció presiones que más que presiones serían aprietes, sería bueno esclarecer estos hechos y evitar su repetición.
Es alentador pensar la posibilidad de un futuro próximo en que se debatan ideas y proyectos, en que la lógica política dé cuenta de interpretaciones distintas puestas sobre la mesa, superando el esquema donde todo se reduce a que opositores intentan “voltear” al gobierno y oficialistas sostenerse con cualquier alianza.
De concretarse podría ser el anuncio de nuevas alboradas.


[1] http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/subnotas/149705-48072-2010-07-18.html
[2] http://noticiasargentinadigital.blogspot.com/2010/07/bergoglio-quieren-destruir-plan-de-dios.html
[3] http://www.youtube.com/watch?v=XClMyNPVARo&feature=youtube_gdata
[4] Véase http://www.elsolonline.com/noticias/viewold/12842/el-sonido-de-clarin--por-carlos-almenara--todo-noticias--todos-nosotros-
[5] Sabiendo lo que hacía, Carrió no dudó en hacer presentes las peores lacras de nuestro pasado en el debate político, incluyendo el golpismo por otros medios y como se vio en este debate lo peor de la discriminación en Argentina.

De vuelta a la oposición destructiva *

Hay diferencia entre hacer obstrucción y hacer oposición. Sin dudas que la crítica constructiva en pro de mejoras en la condición del país es siempre necesaria al funcionamiento democrático. Sin embargo, la oposición cerrada y total, la que a todo dice "no" y busca impedir el funcionamiento institucional, nada tiene de aporte a la democracia. Menos aún la curiosa situación que se da en Argentina, donde la derecha que apoyó a la dictadura se mezcla con el radicalismo y con sectores que se dicen de izquierda, en una mezcla indigesta que carece de toda posibilidad de servir a algún proyecto de gobierno -jamás tendrían coherencia entre sí-, cuya única convergencia es la acción disolvente contra quienes gobiernan hoy según el mandato electoral legítimamente otorgado.
Sabemos que la globalización económica consiste en el aumento del poder de los capitales multinacionales por sobre los estados-nación. Por ello, ha disminuido la capacidad política de maniobra de cada país frente al silencioso accionar de las fuerzas económicas trasnacionales. Ello redundó en lo que vimos en los años noventas: todos los sectores políticos se parecieron entre sí, con la única receta del achicamiento, el ajuste y las propuestas del FMI con aumento de la deuda externa. Esto es, la subordinación de la política a las ciegas leyes de aumento de la ganancia de los grandes pulpos económicos.
A comienzos de este siglo, se empezó a ver algo distinto a esto en diversos países de la región: Bolivia, Venezuela, Brasil y Ecuador entre ellos. Se recuperó el gasto social, la capacidad directriz del Estado y la posibilidad de reorientación de la renta pública. Aparecieron gobiernos que, sin plantearse una ruptura frontal con el capitalismo (que hoy sería altamente improbable), abandonaron la lógica del capitalismo para unos pocos.
Lo mismo sucedió en Argentina desde el año 2003, proceso dado en cada país con sus singularidades. Aquí, como en esas otras naciones hermanas, la deuda externa dejó de crecer y comenzó a suturarse parte de la deuda social. Desaparecieron los ajustes constantes, y se comenzó un proceso de gradual integración sudamericana. Se inició una política de derechos humanos que es un enorme logro institucional, así como lo es una Corte Suprema independiente. Y la anterior calamidad permanente, que llevó en su momento a cobrar con bonos o a que se bajaran los sueldos y jubilaciones antes del año 2001, fue cediendo a una política que ya no requirió hacer de la represión su recurso tan habitual como salvaje.
A esas mejoras se opone hoy la variopinta oposición, que junta socialistas con macristas, radicales con peronistas de derecha, Stolbizer con Duhalde o Nosiglia con Bullrich. Creìamos que el Mundial los llevaría a una tregua, pero ni siquiera eso ocurrió.
Vuelven en los medios y en el Congreso con renovada voluntad de obstrucción, con una sostenida ofensiva. Y suman asuntos diversos a granel: destacamos entre ellos la negativa a publicar lo dicho por Sadous, el ocultamiento de la condición de los que aparecen como hijos adoptados por la Sra. de Noble, y el paradojal pedido de un 82% para los jubilados.
La declaración de Sadous ha sido pedida, porque una tapa del diario Clarín publicó lo que pretendidamente había pasado en una sesión secreta de comisión del congreso. Como siempre, se trata de desprestigiar acciones del gobierno, más aún si son en relación con Venezuela. Lo cierto es que se ha pedido la versión taquigráfica de lo dicho en el Congreso, y la negativa opositora a darla muestra que -según parece- se inventó lo puesto en una tapa de diario, caso que obviamente no sería el único en esa clase de comportamiento mediático falaz.
Los que aparecen como hijos adoptivos de la Sra. de Noble -principal propietaria del grupo Clarín- han cometido en variadas ocasiones acciones para impedir que se pueda reconocer su ADN. Así la acción judicial lleva alrededor de ocho años. Ahora bien, si nada hubiera que ocultar, no se entiende por qué estas interminables maniobras dilatorias. Por tanto, la presunción de que se trata de hijos de desaparecidos se hace cada vez más ineludible. En este caso, la obstrucción se hace al accionar de la justicia.
Y lo más insólito es que los grupos que rebajaron las jubilaciones al mínimo (el peronismo federal cuando gobernaba con Menem, y el radicalismo que con De la Rúa las rebajó un 13% tras años y años de estar congeladas), ahora piden lo imposible: 82% móvil e inmediato para todos. Es exactamente lo contrario de lo que han hecho como gobierno y sostienen en su política opositora. Pero si no pueden hablar mal de medidas del gobierno (entrada de casi 3 millones de nuevos jubilados al sistema, recuperación de los depósitos de las AFJP, Asignación por Hijo), han decidido pedir lo imposible. Es decir, ahora piden políticas sociales al estilo de las que promueve el gobierno nacional, pero haciéndolas inviables. Ello es evidente en que hablan de otorgar el 82% pero se niegan a que el Estado pudiera recaudar para sostenerlo (la oposición a la Ord. 125 fue ejemplar al respecto).
Los jubilados vienen cobrando regularmente, siempre a tiempo y con aumentos dos veces por año. Y muchísimas personas que habían trabajado pero no podían acceder a la jubilación, la tienen gracias a decisiones de este gobierno.
La seriedad de la propuesta opositora se muestra en la intervención de Cobos en este debate. Su restitución del 82% en Mendoza fue sólo para los que lo tenían antes de 1996, y por cierto se hizo en acuerdo y colaboración financiera con el gobierno nacional, al cual él apoyaba en ese entonces. Esa restitución llegó sólo a un 3,5% de la masa de jubilados. Sin embargo, el ex-gobernador quiso presentarlo como ejemplo de un 82% que pudiera darse a todos, lo que es algo muy diferente. Notoriamente se trató de promover confusión, prometiendo lo que en la práctica no se hizo antes, ni es ahora viable.
Se juega con las expectativas sociales. Los que gobernaron fundiéndonos como país, ajustándonos al extremo, ahora piden un gasto social que ellos jamás quisieron dar. Los que se fueron del gobierno en helicóptero echados por el enojo popular, nos dan lecciones de cómo tratar a los jubilados. Los que llevaron los salarios a condiciones mínimas e irrisorias, pretenden obligar a una descompensación presupuestal que nos lleve nuevamente a endeudarnos con organismos internacionales. Pues si bien es necesario revalorizar las jubilaciones, cabe advertir que ello podría hacerse sólo gradualmente, sin la presión política de quienes ponen el tema como lema de campaña y asumiendo que en ese caso deberán pagar trubutos nuevos quienes más tienen, que son precisamente los aliados políticos de aquellos que hoy lanzan al aire esta consigna.
Ojalá la memoria social pueda mantenerse, más allá del ruido mediático. Si se llegara a dar crédito a estos cantos de sirena de los líderes del desastre nacional, de los campeones del colapso en el 2001, de los destructores sistemáticos de la economía y la institucionalidad del país, corremos el riesgo de que la estabilidad conseguida se vaya perdiendo, y nos retrotraigamos a los tiempos en que la patria parecía desvanecerse cada día bajo nuestros pies.

* Documento Carta Abierta Mendoza